29 enero, 2017
A lo largo del tiempo, el objetivo y los valores de los zoológicos han ido cambiando y evolucionando. Los zoos más antiguos de los que tenemos conocimiento datan del antiguo Egipto (Hyerakonpolis 3500 años AdC), donde se cree que los faraones mantenían animales salvajes en cautividad como símbolo de poder, para intimidar a sus enemigos y por simple ocio. Desde entonces, distintas civilizaciones a lo largo del globo, desde oriente (China- Jardín de la Inteligencia) hasta el Nuevo Mundo (Aztecas-Tenochtitlan) demostraron el gran interés del ser humano en estas colecciones de animales, los zoos.
Según avanzamos en la historia, los zoos ganan importancia y fama en la era colonialista/imperialista, donde muchas ciudades del mundo “moderno”, acercan a sus habitantes las maravillas vivas procedentes de las colonias que poseen sus imperios.
Comenzaron así, siendo colecciones privadas de reyes o emperadores, que poco a poco las fueron abriendo para que el público general pudiera observarlas. Uno de los zoos más antiguos de esta época y que aún sigue existiendo es el Tiergarten Schombrunn en Viena (accesible al público en 1779). Eran algo así como museos de seres vivos, donde, una vez que se abrieron al público, la gente podía ir a admirar esas fantásticas “bestias” de lugares lejanos. Poco a poco, además, comenzaron a constituir una importante forma de educación para el público general.
Uno de los hechos más controvertidos, tristes e inverosímiles a lo largo de la historia de los zoológicos es el hecho de que en el zoo de El Bronx, en 1906, se trató de promover la educación sobre la evolución humana, pudiendo observar junto a la “casa de los monos”, una instalación donde vivía un pigmeo congolés, llamado Ota Benga. Eso provocó un importante rechazo por parte, principalmente, de la comunidad afroamericana y la instalación desapareció meses más tarde.
Con el tiempo, la misión de los zoológicos ha evolucionado, pasando de ser simplemente colecciones de animales, símbolo de poder y grandeza de muchos imperios, casi exclusivamente para el divertimento de la población, a cumplir otros objetivos. Esta evolución va de la mano a un creciente interés científico y mayores posibilidades de investigación y estudio; y de una creciente preocupación de la sociedad por los animales, donde no son ya una simple herramienta de trabajo o están ahí sólo para servir al ser humano o cubrir alguna de sus necesidades, si no como algo más, a lo que debemos respetar, cuidar y tratar de conservar, también por su propio valor intrínseco.
Este creciente respeto por los animales que nos rodean hace que cada vez más se trabaje buscando cuidar y maximizar el bienestar animal. Pero ¿a qué nos referimos con bienestar animal? Una forma de definirlo es siguiendo las “Cinco libertades del Bienestar Animal”
Una de las herramientas más útiles en los zoos para fomentar comportamientos naturales, más ejercicio físico, una dieta mejor distribuida a lo largo del día, minimizar el estrés y combatir el aburrimiento, es el enriquecimiento ambiental, que consiste en ofrecer a los animales actividades diferentes en las que emplear su tiempo cada día. Para ello, se utilizan diferentes estímulos que hagan el día a día menos monótono para nuestros animales. Un día les podemos dar su dieta dentro de puzles que tienen que resolver para conseguirla, otro día podemos esparcir especias en su recinto para que averigüen el origen de ese olor nuevo, e incluso a veces se les pueden poner sonidos de otros animales, cajas de cartón o diferentes tipos de juguetes.
El cuidado de los animales en los zoos poco a poco se vuelve más especializado y complejo, siempre enfocado a que todas las necesidades de los animales que mantenemos, tanto físicas como psicológicas, estén completamente cubiertas. De esta manera, los zoos de hoy en día, deben cumplir múltiples objetivos, entre los que destacan:
Todos estos objetivos están relacionados entre sí. Una parte clave de la educación que se trata de impartir, es la importancia que tienen todos los esfuerzos orientados a la conservación de las especies en los zoos, y qué podemos hacer cada uno de nosotros para aportar nuestro granito de arena, especialmente en una época tan complicada como la actual, cuando el estilo de vida moderno y el aumento de la población están afectando de manera tan significativa a nuestro planeta, provocando por ejemplo este cambio climático y esta importante pérdida de hábitats y biodiversidad, de la que ya hablamos como la sexta gran extinción, esta vez provocada por la actividad del ser humano.
Algunas fuentes indican que la actual tasa de extinción es de 100 a 1000 veces la que se ha podido observar durante promedio natural a lo largo de la evolución y en 2007 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza consideró que una de cada ocho especies de aves, una de cada cuatro especies de mamíferos, una de cada tres de anfibios y el 70 % de todas las plantas estaban en peligro.
Por ello, el trabajo de los zoos, siendo un trabajo serio, bien realizado y teniendo siempre en mente el Bienestar de nuestros animales, puede ser clave para la conservación de la biodiversidad.